Síndrome de abstinencia a la nicotina

Me encuentro dejando una adicción. Un trance que mucha gente ha pasado o está pasando. Y es un consuelo saber que hay una salida. Por contradictorio que parezca, no soy capaz de concentrarme sin mis excitantes.  Sin nada que llevarme a la boca, el vacío quema mis entrañas. Una ansiedad desbocada que me impide pensar. Como adictivo, dicen que la nicotina es incluso más fuerte que la cocaína. Llevaba 20 años de mi vida enganchada, los 11 primeros a través del tabaco, y los 9 siguientes, en forma de comprimidos.
Había llegado a un punto en el que siempre tenía un trozo de pastilla debajo de la lengua, disimuladamente. Y nadie se enteraba. Podía hablar, beber o incluso dormir con ella. Los pocos momentos sin nicotina eran para comer o, si acaso, besar. Más que una compulsión, una locura.
Ahora toca subirme por las paredes, llorar y patalear. Desviar la atención de la ausencia, ocupar la mente, respirar hondo y esperar. Algo tan poco romántico como dejar que el tiempo pase, algo de lo que huyen los poetos.
Ahora tocar mirar a la bestia de frente, a las cuencas de los ojos. Y aguantar el tipo, con los puños apretados.

Ya no me alcanzas

No te creo. O no te entiendo, que es lo mismo.
Infectado de cobardía,
o enfermo de ego,
o de curiosa indiferencia,
mantienes un pulso a muerte con mi mano zurda,
descarnado, sin nada que perder,
y sin nada que ganar,
rozarás la punta de la lengua
en un gramo de mierda
de la espalda de otra.

Fueron flores, que ahora rozan el viento,
al deshojar sobre tu lápida,
teñida con tu nombre.
Me dices que me lees,
escupiendo monosílabos,
que ya no me alcanzan.

De nada me sirves ya,
si supieras la de dibujos rotos
que tracé en tu silueta, hasta verte amanecer.
Mis versos ya no son lo que eran,
están enfermos de verano muerto.
Y no pienso prometerte nada [...]

13 Olvidos para 2013

Millones de veces he olvidado media compra en la cinta transportadora del súper, libros [de la biblioteca] en un asiento de autobús o paragüas en tiendas y bares [...] Pero hay despistes más graves:
1) Hace dos veranos me perdí de mi propia toalla, como los niños, y después de dar vueltas por la arena en ebullición, descalza, en tetas y sin bolsillos en el biquini, un socorrista tuvo que indicarme mi parcela en la playa.
2) Hoy casi me meto en coche ajeno por confundirlo con mi padre. Si tiene 4 ruedas todos parecen iguales; sobre todo bajo la lluvia. Menos mal que el señor ojiplático se ha delatado a sí mismo y he intentado disimular antes de girar su manecilla de la puerta.
3) Un día me olvidé una carpeta DIN A0 en una cabina de teléfonos, con planos super importantes de un proyecto académico de tres meses. Volví y estaba allí. En Abando. Lleno de maleantes. ¡Pero quién iba a querer robarme una utopía de vivienda unifamiliar refugio para artistas inspirada en Vicent Van Gogh!
4) Otro día, en la misma cabina, me olvidé mi agenda de teléfonos abierta de par en par. También la recuperé sin problemas.
5) Para mi proyecto de fin de carrera de arquitectura técnica, robé planos a Rafael Moneo de la oficina técnica del Kursaal. Saqué matrícula de Honor. Omitan esta anécdota los munipas y demás cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.
6) Un día, pintureando, pegué un trago al vaso de tinta china diluida, en lugar de al de coca-cola. Todos los negros se parecen...
7) En COU, cambié 10 veces de opinión para escoger opción. No me decidía entre ciencias o letras, y los de Secretaría ya no sabían dónde esconderse cada vez que llegaba a renovar papeles. Al final tuve que hacer un mixto que no existía, por no quedar plazas: literatura, dibujo técnico y biología.
8) Una de mis caídas bicicleteras más graciosas fue hablando por el móvil, sosteniendo el paragüas con la misma mano y asida a un solo manillar descontrolándome contra un banco de viejas. Uno de los señores mayores no sólo no me guardó rencor, sino que me acompañó a curarme al ambulatorio de lo viejo.
9) Una paloma me cagó en la nariz en una plaza de Santurce.
10) Una noche yendo a Renteria para un evento de Face-Painting, me equivoqué de tren y cogí uno directo a Hendaya. Era el último. Gracias a contactos familiares de Euskotren, me llevó en plan convoy privado de regreso a mi destino.
11) La primera vez que cogí la bici en Donostia, me detuvieron por conducción temeraria !! No tengo carnet de conducir y no me sé las normas de tráfico. En ausencia de bidegorri, pensaba que era mejor ir de frente a los coches, para verlos mejor.
12) Me colé en un concierto de los Rolling Stone en la plaza de toros de Bilbao. Sin querer. Iba a despedir a un amigo, y la vigilancia de la puerta se descuidó, así que con un tironcillo de manga el colega me metió dentro.
13) Corriendo detrás del metro de Bilbao, me caí rodando por las escaleras de acero. Mi cabeza salió ilesa. O no. ¿?

Mientras saco punta al lápiz [...]

Me sorprendo llorando
...mientras saco punta al lápiz.
Intento hacer algo con las manos,
...mientras tecleo versos para tí.
Maldigo el día en que nací,
...mientras me esfuerzo en poner buena cara.

Algo reverbera dentro de mis venas,
amenazando con salir entre las uñas,
por el cuero cabelludo,
y desde las cuencas de los ojos.

Detrás de la puerta,
todo está vacío y desordenado.
Y no hay nada mejor que hacer,
que cerrar los ojos mojados y esperar.

No es esto lo que quiero,
y por eso corro descalza entre las zarzas,
sin mirar atrás, dejándome arañar.

Poema de Pintura

En silencio me despojo de la ropa de calle, ropa que aprieta al caminar.
En silencio y en liturgia mi piel se suaviza dentro de los vaqueros desgastados.
Desgastados por el uso de la pintura entre las piernas.
Esa pintura que me ha visto llorar y blasfemar.
Esa pintura que ya no se quita con los lavados.
Esas camisetas viejas con las que me siento nueva y dispuesta a mancharme otra vez.
Como una geisha, abro el maletín en ceremonia,
deslumbrada por el fulgor de los colores que brillan a la vez,
dilatada por las ideas que se agolpan en el blanco de la tela,
queriendo salir de golpe para mezclarse en la paleta, con mis deseos.
Rozo con las yemas de los dedos los tapones resecos de pintura,
eligiendo con la mirada el imaginario de la gama.
Uno por uno abro los tubos retorcidos sobre el blanco deslizante en el que asir mi mano derecha.
Y alzo el pincel en el primer trazo, firme y excitado, como si fuera el último.
Y de repente el ruido se convierte en silencio de cuerdas mudas y sordas.
Y de repente el espacio se reduce a la tela grapada al bastidor.
Mis pies anclados frente al caballete danzan sin moverse.
Mi mano zurda y enajenada adquiere un ritmo frenético, demasiado ocupada en tejer su propia imagen.
Y nada importa.
Y todo adquiere sentido.
Significado.

Con el azul entre los ojos

Una y otra vez,
la razón busca en la basura,
y formula preguntas recicladas.
Como libro viejo arrancado y con polvo,
Como paragüas desvencijado por las tormentas,
Como juguete de niño roto.
Como las hojas del libro que nunca leí,
Como aquella tormenta que ni me salpicó,
Como aquel niño que nunca fui.

Una y otra vez,
La basura busca una razón,
Y recicla preguntas que formular.

No hay insultos para tí,
Ni fuego que te haga arder,

No hay música suficiente,
para matarte en el podium de tu tumba,
para anestesiar tus pies,
para bailar tu muerte
y lacerar tu alma podrida.

El viento corre entre los olmos,
y su silencio grita tu ausencia,
el vacío congela lo que nunca fuiste,
el ruido no parará.

Te arrancaré el vestido,
te abofetearé en la pista de baile,
cuando pare la música,
tus pies seguirán danzando.

Sin raíces,
sin rima y en cursiva,
envuelta en una música especial.

Bailando, gritando, pisoteando.

Caminando cuesta abajo, sin querer,
con el paragüas cerrado,
con el azul entre los ojos.

Amigos entre comillas

Dícese del género masculino que supuestamente te pretende en calidad de amigo, pero que en realidad desea lo que no le quieres dar. También llamados pagafantas en la industria cinematográfica. No he visto esa película en concreto, pero en la mía esos comillas te abandonan cuando encuentran lo que buscan. Este tipo de “amigos” sí que se contabilizan con más dedos de los que caben en una mano, y en dos, y en ambos pies. Me los encuentro por la calle al cabo de meses, sonrío hipócritamente y les pregunto por su vida, más por pura venganza en plato frío que por interés, y me cuentan que tienen “novia”. Motivo de su desaparición repentina. Y este tipo de novias son novias entre comillas también, porque en su desesperación ayer se enamoran de ti y mañana de otra. Otra que no es “la otra”, sino “una”, una cualquiera. Amigos con los que he compartido confidencias, chupitos de madrugada, duermevelas sin sexo, equis mil llamadas de teléfono diarias y regalos sospechosamente altruistas. Me prometieron eternidad. Lo sé porque yo misma me encargo de pedirles que me lo prometan. Y lo hacen, extrañados por la peculiar petición, como si fuera evidente que eso no va a ocurrir. Y ocurre. El género humano es feo, interesado. Comprendo que el amor no correspondido es doloroso. Pero la mentira también lo es. Yo, cuando necesito cicatrizar, me alejo hasta que se me pase el amor, pero no lo niego ni engaño. No lo disfrazo de amistad. Yo, cuando estoy de duelo, deseo la muerte al “objeto” de mi dolor, o peor aún, deseo verle tetrapléjico, escribiendo en el ordenador con el pestañeo de sus párpados y comiendo de pajita. Me parece el proceso natural: del amor al odio. Y cuando se odia nunca se puede volver a amar. Se diluye en forma de olvido y recuerdos distorsionados, hasta que un olor, una canción, un paraguas roto o unos restos de ceniza te devuelven un pasado que ya no forma parte de tí, como si fuera una chaqueta que ha encogido. No sé si existe la amistad, quizás no en estado puro, quizás forma parte de una mezcla indisoluble de sentimientos difusos. Creo que la vida es sexual. Nos imaginamos desnudos a nuestros amigos, fantaseamos con hacerles el amor, incluso a sus mujeres. Quizás todo sería más fácil sin sexo. Menos complicado sí, pero se mustiaría la vida. El sexo es vida.

...Con el paragüas abierto y los bolsillos rotos

Aunque quiera no puedo desprenderme de la gente. Aún me acuerdo de mi primer novio. Aún veo los ojos y las manos de aquellos a quienes amé. Aún siento la soledad como un estropajo que me desgarra la piel hasta dejarla en carne viva. Aún huelo las sábanas buscando otro sudor. Mis lágrimas siempre se deslizan entre pinceles y vacío, entre la radio sorda y noches despierta. Abro las manos y extiendo los dedos intentando tocar el cuerpo de otro. Pero esos cuerpos tienen prisa, tienen preocupaciones absurdas, tienen dinero que ganar. Y subo la persiana y me pregunto dónde está la fuerza del sol en invierno, donde está esa llamada que nunca suena. Y recorro las calles con el paragüas abierto y los bolsillos rotos. Me da igual torcer la esquina y desaparecer. A veces no soy capaz de levantarme. No puedo cuidar de una planta ni de un perro. No puedo cuidar de tí ni tampoco de mí. Sólo puedo seguir caminando hacia ninguna parte. Mientras no sepa a dónde voy puedo entretenerme con desconocidos, puedo entrar en un bar y no salir hasta el amanecer, puedo tocar un timbre y vivir la vida de otro. No me gusta pasar al lado de contenedores llenos, que huelen a podrido y que afean las calles, y te hacen pensar en lo que no quieres. Acelero el paso y miro al cielo, buscando algo bonito en lo que entretener mi vista. Y cuando levantas los ojos es más fácil contener el llanto. Y cuando tragas saliva con el estómago vacío el agujero quema menos. Ya no quiero entender el porqué de las cosas. Ya no quiero saber la verdad. Hace tiempo que no me compro ropa nueva. Hace tiempo que me tengo miedo. Pero aunque no quiera, sigo viendo montañas, sigo soñando con voces y viendo cosas, de colores verde y azul, que se apagan al encender la luz. Me gusta volver a sentir, aunque sea dolor. Me gusta saber la verdad, aunque sea mentira. Quiero que alguien me busque. Y que me encuentre. Quiero que unos brazos invisibles me empujen hacia adelante. Quiero que alguien se haga la mochila conmigo para huir dentro de nuestros corazones. Corazones que se latigan, que se estremecen viscosos, muy rojos, muy sangrientos. De la sociedad me sirven muy pocas cosas. No me sirven los ministerios, ni las torres de oficinas, ni las casas de otros. No me sirven los jardines privados ni los muros ni el final de las cosas. Quiero dejar de intentar habitar un lugar en donde no nací. Quiero habitar lugares hasta sentirlos hogar. Quiero prender una chimenea y cerrar los ojos. Abrazar otro pecho que duerma mi insomnio [...]

Una ducha y un café

No entiendo a este mundo extraño. La edad no sé si dá rango de experiencia o sólo años; más años sumidos en la misma estupidez. O el mundo se está volviendo loco o yo he perdido el sentido de la realidad. Ciertamente, me relaciono en especial con personas de amplia sonrisa, pero sé que las lágrimas brotan en cada esquina. Si he decidido cegarme, que sea para crearme otra realidad más habitable. El envés, la otra cara de la luna, acecha con su guadaña para aprovechar cualquier descuido. De un día para otro puede caer la moneda de canto y llevarte a la cara B. Hay que estar alerta, y seguir fabricando felicidad, inclusive en los días laborables, máxime en los festivos, aunque sea ficticia, hasta con la saliva de una risa tonta. El poder se fundamenta en el miedo. El miedo es el arma de destrucción masiva más poderosa de cualquier gobierno. Se distorsiona la realidad creando fobias, xenofobias, odios, racismos, terrorismo... Para ello se crean filiales de manipulación de las mentes, y no sólo en los sistemas políticos, sino también a través de las religiones y el fútbol.
El poder ejecutivo de turno es el peso pesado, quién decide cobardemente hacia dónde fabricar el terror (mundo islámico, países del este, china...). Busca culpables y teje los hilos de las guerras.
El poder legislativo y judicial no sólo se limitan a hacer cumplir las leyes, sino a falsearlas, trampearlas o inventarse apéndices que las amparen.
Para que no nos quede tiempo de reflexionar, las religiones [que no son más que sectas que dejan de ser minoritarias porque han captado suficientes adeptos] se encargan de marcar límites morales a aquellos que no tienen la suficiente valentía como para enjuiciar sus propios actos en una escala de valores ética; buscan culpables y aplican castigos.
El fútbol, es una anestesia ajena como otra cualquiera. Al igual que no me interesan los éxitos o fracasos del famoseo televisivo de turno que no conozco, tampoco me incumben los goles que dejen de meter un grupo de señores enarbolados por una bandera. La patria no existe: el planeta nos pertenece a todos. Tu sitio está en el corazón de aquellos a quien amas; El origen, la esencia, es uno mismo; no ningún país: lo que sientes, dices, haces y proyectas [...]
A mí me resulta una batalla inabordable luchar contra todo. Ni lo pretendo. Sólo puedo cambiarme a mí misma. Y ojalá todos nos revolucionáramos por dentro y dejáramos de sufrir. No creo que sea ése un fin de nuestra existencia, ni siquiera un medio ni una mera piedra en el camino. Yo he decidido vivir en una burbuja. Tan frágil y tan dura... Mis sacrificios personales incluyen no ver telediarios, porque no puedo seguir llevándome la cuchara a la boca mientras contemplo catástrofes. Y no quiero insensibilizarme nunca frente a eso. No quiero acostumbrarme a contemplar atrocidades como si pertenecieran a otra realidad paralela que circula por los rayos catódicos. Sé que no van a dejar de existir por el hecho de ponerme una venda en los ojos, pero si no voy a hacer nada al respecto, prefiero protegerme de la barbarie. En mi camino están mis seres queridos, todos aquellos a los que alcanzan mis manos extendidas, están los desconocidos que fluyen en mis bifurcaciones, están las pequeñas batallas con las que tropiezo... Quiero despertarme cada día del resto de mi vida con ganas de vivir, con entusiasmo y alegría, levantando la persiana para bañarme de sol. Quiero seguir compartiendo cafés con espuma, ver las patas de gallo de mis amigos al sonreír. Quiero dormirme de madrugada. Despertarme con una respiración en la nuca y un brazo alrededor de las caderas. Quiero desayunar una ducha y un café.

¿Todavía pintas?

Ser artista es un sentimiento: si lo sientes, lo eres. Cuando te metes en la rueda creativa estás atrapada como un hámster girando en su ruleta.

Hay gente consciente de lo que haces que aún pregunta al verte: “¿Todavía sigues pintando?”, como si fuera un capricho. O peor aún, gente desconocida que, al enterarse, exclama: “¡Ah, pintas, qué bien!, ¿me haces un cuadro?”, como si fuéramos una O.N.G.

Hay personas que piden favores, que les des ideas, que les ilustres sus escritos, como si los artistas no tuviéramos derecho a ser remunerados, como si fuera un extra, un plus o un golpe de suerte cobrar por nuestro oficio.

Te saludarán al pasar, te sonreirán conmiserativamente y volverán a virar la cabeza al centro, como si su camino estuviera marcado por otros.

Nadie duda en pagar a un fontanero o cerrajero sólo por el desplazamiento. En una obra de arte, hay tiempo trabajado y materiales invertidos, además de una creación inédita. Un cuadro es único, no es una reproducción en serie. Puede fotocopiarse a modo de póster, pero ya no será una pintura, despojado de su plasticidad, de la rugosidad del pigmento, del olor a trementina, de la textura de la tela.

Y sin embargo, el arte no perece. Nos verás sobre lienzo, sobre aceras, sobre muros de hormigón... sobre la vida... para que la nuestra propia adquiera color.

No colgaré la bata de pintora, no dejaré que se seque la paleta ni que se endurezcan los pinceles. Cuidaré de que el caballete siempre tenga algo que sujetar. Mientras las pupilas sigan dilatándose, las manos reclamarán plasmarlo.

Segundas oportunidades [...]

Nos acordamos de las segundas oportunidades cuando queremos ser benefactores de ellas. Es cuando recordamos las puertas que nosotros cerramos a otras personas, los indultos que no fuimos capaces de pronunciar, las razones que malinterpretamos. El ser humano es egoísta por definición, y sólo cuando nos atañe en primera persona, creemos que lo sabemos comprender. La empatía no es pensar desde nuestro prisma reducido, sino imaginar la vida del otro, cómo siente y porqué hace o dice lo que percibimos (erróneamente, en muchas ocasiones). A mí ni siquiera me dio tiempo a conocer a esa persona que no supe escuchar. El arrepentimiento es una palabra que no me gusta por sus connotaciones religiosas que van asociadas a la culpa y a los remordimientos; prefiero usar el término “lamentar” lo ocurrido, con intención de “rectificar”, si eso fuera posible; y desgraciadamente no lo es, al menos de forma inmediata, porque no se puede rebobinar al pasado, no se puede expresar con otras palabras lo que quedó ya mal escrito. Tan sólo resta acarrear con las consecuencias, aceptar aquello que no supiste hacer de otra manera, y albergar la esperanza de que la otra persona sane antes que tú por el daño que “tú”, que “yo”, ocasioné. Ni siquiera hablaba en primera persona, en la creencia de que algún lector se identifique con mis errores. Pero esta cagada es sólo mía, aunque la comparta con el ciber-espacio, de igual modo que expongo mis pinturas más íntimas a los ojos de quien quiera mirarlas y reflejarse en ellas. Somos seres sociales, sociables, en mayor o menor medida, y necesitamos de los otros; necesitamos amor, cariño, comprensión; necesitamos sacudirnos la soledad del ser unilateral que llevamos dentro. Ojala hubiera tenido un libro de instrucciones más comprensible en mi infancia, pero sé que mis progenitores lo hicieron lo mejor que supieron, como yo lo hago a lo largo de mi vida. He intentado desenredar el equívoco, pero el nudo estaba al parecer demasiado confuso, obnubilado por mi egocentrismo. Y cuando dejo de mirarme el ombligo, cuando me quito las trenzas de la cara, advierto el frío del aire, oigo el silbido de la soledad, siento las hojas secas de otoño, amarillas, oxidadas... Me paso la lengua por los labios resecos que nunca se hidratan. Ya no intento secar el brote de las lágrimas. Ya no intento sonarme la nariz. Miro alrededor con los ojos lavados, extiendo las palmas de las manos palpando la roca oscura y húmeda... y si alargo los dedos más allá, quizá perciba un poco de musgo orgánico. Me quedaré sentada en la orilla, hasta septiembre, con los pies descalzos, y cuando el sol ya no queme tanto, el agua fresca quizá vuelva a brotar entre mis dedos. Haré un cuenco con las manos y beberé la sed demorada. Llenaré la cantimplora para que el barbecho no vuelva a sorprenderme. Y la vaciaré en la boca de aquél con quién me equivoqué hasta la última gota de mi pena.

Proceso creativo

Hace días que emulsiona una mezcla angustiosa dentro de mí. Nace después de una catarsis creativa. Parece que no podemos obviar las leyes del universo: todo lo que sube baja; todo lo que rebosa, se vacía; todo positivo tiene su opuesto negativo. Las fuerzas de acción y reacción, en definitiva, equilibran hasta la más descompensada manera de vivir. En cierto modo, la montaña rusa emocional es una forma niveladora de contrapeso. Cuando estoy arriba, no pienso en las consecuencias de la caída. Cuando estoy abajo, me consuela saber que mañana volveré a la cima. La velocidad de la corriente alterna extermina cualquier conato de vulgaridad, aniquila la inercia y hasta los buenos modales. Colmada de pasión, atiborro de pigmentos la paleta y empapo el lienzo hasta la saturación, en una convulsión frenética, apretando los botes de pintura y llenando de sueño las bolsas de los ojos, en un empeño delirante por retardar el colapso que siempre acecha, que siempre se esconde en la misma esquina, que siempre se burla de nosotros como si fuéramos novatos. ¿Y si un día el arrebato nunca llega?  ¿Y si se retrasa más allá de lo admisible, prolongando el declive fuera de los límites soportables? Conozco la respuesta y no quiero sobrevivirla. Tal vez no quiera alcanzar el ideal platónico de templanza y moderación, porque tal vez, y sólo tal vez, no quiera renunciar a mi alma irascible y concupiscible, donde la pasión no es doblegada por la voluntad ni el deseo regulado por la aquiescencia. El sendero sobre el que piso tiene baldosas hechas de sueños. En la oscuridad, mi mentor es la intuición. Y en la luz, la fuerza está dentro de mí, una energía cilíndrica sin raíces, que sigue escarbando aunque se llene las uñas de sucio, aunque se arañe las piernas de verde, aunque se rompa los tacones de rojo.

Construcción sostenible “en deuda ecológica”

En el presente escrito sobre arquitectura y construcción sostenible en la situación bioclimática actual, combino el análisis de la información con el criterio subjetivo que el tema me suscita, en una simbiosis entre lo personal y lo aparentemente imparcial. Con las limitaciones que implican un tema tan complicado y primordial como el que nos concierne, pretendo estructurar mis propios pensamientos en una amalgama ordenada resultado de procesar, además de la información complementaria que haya podido consultar, los conocimientos que modestamente me he conformado al respecto a lo largo de mi relación con la arquitectura. Y, a este respecto, todos somos partícipes del tema que nos ocupa, puesto que el hombre vive en la arquitectura, al igual que en la naturaleza (o en lo que nos queda de ella).

Si le preguntamos a un erudito agente de la edificación sobre su opinión en cuanto a la sostenibilidad en el contexto arquitectónico, seguro que nos dirá lo que piensa al respecto, estemos o no de acuerdo. Pero si abordamos el tema con una persona “no relacionada” con la construcción, una gran mayoría podría eludir su opinión alegando que “no entiende” de eso. Y, sin embargo, todos los ciudadanos vivimos dentro de la arquitectura; esto incluye no sólo nuestra propia vivienda (a la que, si bien es cierto, muchos no tienen acceso, aunque sea teóricamente un derecho fundamental) sino también los espacios comunes urbanos.

El principal motivo de la construcción es la creación de espacios cubiertos. A lo largo de la historia, las civilizaciones han “aprehendido” a dialogar con la naturaleza en beneficio del hombre, a través de innumerables arquetipos que perduran atemporalmente, desde las arcaicas civilizaciones micénicas y minoicas, pasando por la Antigua Grecia, el Imperio Romano o la Revolución Industrial de Inglaterra, por ejemplo. Haciendo referencia a este importante período de principios del s. XIX, se produjo una migración del campo a la ciudad, despoblando las zonas rurales y masificando las metrópolis donde proliferaban paulatinamente las actividades fabriles. Esto trajo consigo el nacimiento de la burguesía, “los nuevos ricos” de la segunda mitad del s. XIX, que fueron definiendo la pieza urbana del “Ensanche”. De forma simplista podría sintetizar su origen en el desarrollo de una primigenia cuadrícula de trama regular propiciada por la planificación urbanística del imperio romano en torno a la intersección ortogonal primaria del Cardo Maximus con el Decumanus Maximus.

No me parece negativa la evolución tecnológica en general, muy al contrario. No pretendo hacer una apología técnica a favor de la regresión a las cavernas. Sin duda, todas las sociedades han posibilitado la mejora de la calidad de vida de la que nos beneficiamos en el siglo XXI. La superpoblación y el progreso de la industria mal entendida han determinado la estampa de los núcleos urbanos de hoy en día. La morfología urbanística actual es tan diversa como la infinidad de sociedades que “conviven” en el planeta. Las clasificaciones son complejas y ya no responden a criterios ecuánimes.

En cuanto a los espacios públicos, éstos también se han transformado brutalmente en los últimos años, pasando de ser lugares cívicos donde se desarrollaba la vida en la calle, a ser instrumentos meramente transitorios. Ha habido una notoria transformación de “lo público” en beneficio de “lo privado”, consecuencia del cambio social, político y económico de las ciudades. Las aceras y las plazas son ahora lugares de paso, de tránsito, solamente útiles para trasladarnos de un lugar a otro, de casa a la oficina y de la oficina a casa. Son espacios urbanos hostiles, de ambiente agresivo, llenos de contaminación acústica y ambiental, sitios peligrosos donde los niños no pueden estar solos, jugar, relacionarse, comunicarse... La urbe se ha deshumanizado. No hay interacción entre los seres humanos y sus intrusiones de hormigón y acero. Nuestras ciudades, del entonces llamado “primer mundo”, se han convertido en monstruos en los cuales nosotros servimos al sistema y no al revés. Las infraestructuras se han transformado en una compleja red viaria donde coexisten en un entramado caótico. Las capitales se rodean de cinturones de autopistas que anidan una no menos embrollada red de carreteras secundarias.

• El primer matiz conceptual objeto de estudio lo centro en diferenciar la arquitectura sostenible de la presumiblemente sostenible. Existen numerosos casos prácticos de construcciones dudosamente “ecológicas”, pero teniendo en cuenta que “algo” puede ser más sostenible que “otro algo”, pero no ser sostenible en sí mismo. Pienso que es casi imposible proyectar arquitectura 100% integrada, desde los medios técnicos y recursos utilizados, pasando por la propia edificación, hasta la utilidad funcional resultante y la incidencia de la agresión bioclimática a lo largo de su vida útil. Se trataría de realizar proyectos interdisciplinares aunando la industrialización y la mano de obra, los recursos naturales/biológicos y los productos mano-facturados, coordinando gremios y sistemas constructivos, para conformar un resultado respetuoso con el medio ambiente.

Entiendo la arquitectura como la máxima expresión de concebir unos límites técnicos y estéticos en el espacio. Pero hasta hace bien poco, pensaba que bastaba con intervenir en el entorno procurando alterar lo menos posible el ecosistema. Sin embargo, el conflicto actual plantea no sólo la necesidad de no transformar el espacio natural, sino también de mejorarlo con nuestra intrusión constructiva.

Hay una gran frase relativa a la construcción ecológica que dice algo así como que “la mano del hombre a través de la arquitectura surge cuando la naturaleza no es capaz de cubrir nuestras necesidades”. Es decir, intereses económicos aparte, todos estamos de acuerdo en que lo más respetuoso es no construir. Evidentemente, no se puede llevar a la práctica en todos los casos, ni mucho menos.
Quizá podamos ocupar viviendas vacías, deconstruir los mamotretos horrorosos de la costa, reparar o rehabilitar parajes seriamente dañados y perjudicados por el ladrillazo en actuaciones puntuales, pero normalmente hemos de conseguir un equilibrio entre lo conceptual y lo que nos permite la ley del más fuerte, es decir, la del poder económico.

• El segundo análisis que propongo es más optimista que el anterior, puesto que sugiere enmiendas a largo plazo, aunque no se puedan dar “soluciones tipo” frente a la disparidad y complejidad de los distintos problemas y consecuencias que atañen a la interacción entre arquitectura y medio ambiente. Se podría sintetizar el desarrollo de la arquitectura integrada en 3 contextos donde los cuales el concepto ecológico se ha incorporado a posteriori:

1- Tecnológico: Los nuevos problemas se pretenden combatir con un incremento de equipamiento tecnológico (células fotovoltaicas, fachadas inteligentes, auditorías ambientales, etc.) a modo de “parche” teñido de verde, mitigando los síntomas pero sin tratar las causas y sus consecuencias.

2- Figurativo: Se produce un retorno estético hacia la arquitectura más “natural”, rescatando o incluso emulando materiales y sistemas constructivos tradicionales, sin discernir entre lo que verdaderamente tiene un “corazón verde” de lo que sólo está siendo utilizado como envolvente decorativa vegetal.

3- Político: La ecología es una cuestión de estado y está intrínsecamente ligada a la moralidad inherente de los individuos, por lo que es un tema recurrente para la manipulación de las masas desde el poder del espectro político del partido de turno. Los manifiestos gubernamentales recurren acertadamente a una relación contractual para describir la interacción entre lo artificial y lo natural.

Hay planteamientos erróneos que deben enfocarse hacia nuevas perspectivas de concienciación, tales como:

1- Reemplazar la tecnología basada en costes y beneficios por zonas de recursos y consumos. Es decir, los sistemas tecnológicos, tal y como se vienen concibiendo, traen consigo un precio ecológico que hay que paliar y que no compensa los posibles beneficios medioambientales que generen. La técnica ha sido siempre sinónimo de “modernidad” y se creía que en su nombre “desaparecían” los problemas, cuando en realidad se están “tapando”. Un clásico ejemplo es el problema de salubridad, en el que se plantea transformar los residuos en las zonas más aptas para, más tarde, reciclarlos y retornarlos al consumo, de manera que se compense el perjuicio.

Esto implica 2 nuevas ideologías:
- Se “laboratizan” los problemas medioambientales, esto es, se miden las consecuencias en auditorías públicas permanentes y a largo plazo.
- Se produce una “redistribución” del mercado de costes y beneficios, poniendo en tela de juicio soluciones que antaño constituían un paradigma eficaz y eficiente.

2- Disociar el concepto ético ligado a la sostenibilidad. Frente a una motivación “biológica” (“buena” a priori), el efecto colateral puede no resultar beneficioso, y viceversa. Hay que asumir un riesgo pero evaluando cada acción: desde la elección de la solución adoptada, pasando por la supervisión de las consecuencias de los procesos de transformación, hasta la capacidad de tomar una decisión valiente de enmienda ante un daño ecológico causado.

3- Respetar la diversidad de sistemas, puesto que permitirá una mejor adaptabilidad a las transformaciones externas. Las consecuencias ante un incendio constituyen un ejemplo muy gráfico de cómo el bosque tendrá mayores posibilidades de supervivencia cuanta más variedad de especies arbóreas existan a priori. De esta manera se echa por tierra la premisa de la “optimización”. Lo que ahora puede no servirnos quizá sea la clave futura para “ecologizar”. Creo que a todos nos asusta no tener una respuesta a los problemas, pero el tiempo muchas veces nos proporciona una perspectiva nueva y diferente en la que criterios desfasados regurgitan en forma de soluciones.

• Una tercera reflexión a considerar versa sobre la arquitectura bioclimática aplicada a edificios singulares. Los prototipos existentes constituyen edificaciones emblemáticas del ámbito cultural, deportivo o religioso, los cuales son siempre un referente “ejemplificador” para la sociedad. Aunque sea como reclamo de marketing, el hecho de que se dote de energías renovables incluso a las iglesias, siempre es positivo −a pesar de que el Vaticano se construya con metal precioso de número atómico 79−.

En el CTE se obliga a que los edificios tengan una certificación energética. Dependiendo de la fuente de energía utilizada para calefactar, refrigerar y producir ACS, se miden las emisiones de CO2 debidas a la combustión y se penalizan las de origen fósil, por ejemplo. La normativa trata de reducir las emisiones de dióxido de carbono motivando, por un lado, la correcta construcción del edificio (que esté bien aislado térmicamente, que permita la ventilación natural cruzada, etc.) y por otro, la utilización de energías no contaminantes.
La demanda energética es resoluble hoy en día a través de un amplio abanico de elementos pasivos y energías renovables, tales como: paneles solares térmicos, fotovoltaicos y centrales térmicas de biomasa.
Se puede disminuir la demanda y los impactos medioambientales recurriendo a un buen aislamiento a través de materiales que proporcionen adecuadas prestaciones térmicas, ubicando favorablemente las estancias en cuanto a orientación aprovechando la climatología y orografía, reutilizando las aguas pluviales para las cisternas de inodoros o para el riego, etc.

• Otros ejemplos de Arquitectura sostenible que merecen especial mención son, entre otros:

La utopía diseñada por el arquitecto Mitchell Joachim de hacer una vivienda a partir de árboles vivos, constituyendo un auténtico ecosistema donde los organismos compartan un mismo hábitat.

Edificaciones como el “Hearst Tower” de N. Foster aprovechan las condiciones climatológicas externas para la calefacción y refrigeración de la circulación del agua, mientras que los barrios italianos proyectados con particiones con envolventes de láminas agua se benefician de la ventilación natural que se propicia a los espacios interiores.

Quizá el recurso natural menos explotado pero que puede reportarnos soluciones alternativas más eficientes sea el de la energía eólica. El edificio “Dubbed COR” de Florida es un ejemplo del aprovechamiento de la energía cinética del viento mediante el uso de turbinas.

Otra forma de beneficiarse de la circulación del aire natural, pero más elemental, es la desarrollada por el grupo de ingeniería “Arup” a través de la ventilación cruzada producida por elementos introducidos en fachada, simulando a lo que ocurre en la naturaleza (biomimetismo).

• El 27 de septiembre de 2011, la Tierra entró en “deuda ecológica”, al haber consumido en nueve meses su presupuesto de recursos naturales correspondiente al pasado año. Según advirtió la organización Global Footprint Network nuestro planeta agotó los suministros para 2011 y ahora deberá pasar a "consumir sus ahorros". Esto conlleva problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la mayor escasez de recursos como el agua, alimentos y materiales naturales. Vivimos por encima de las posibilidades ecológicas del planeta, degradando los fundamentos que sustentan nuestra propia existencia y, sin estabilidad ecológica, la estabilidad económica no será posible. Mientras la crisis económica muestra los riesgos de gastar más de lo que se tiene, las consecuencias de consumir más allá de los límites del planeta pueden ser mayores.

Sin ir más lejos, en nuestro país, varios kilómetros de playas gaditanas se vieron afectados de crudo procedente de los tanques de residuos que ardieron el verano pasado, análogamente a otra fuga de hidrocarburos que la refinería de British Petroleum (BP) tiene en Castellón, la cual fue controlada tras derramar 250.000 m2 de fuel. BP ha confirmado en 2011 las mayores pérdidas en casi dos décadas, a raíz de otro vertido en el golfo de México, que llevó a suspender el pago de dividendos en junio del año 2010. Pero los datos económicos que se dan a conocer en comunicados oficiales distan bastante de los perjuicios catastróficos que se desprenden de otras fuentes diplomáticas a las que tiene acceso Wikileaks, quién reveló que BP ocultó una fuga de gas en una plataforma del mar Caspio en septiembre de 2008.

Desde hace 18 años los países del mundo se reúnen para acordar medidas que mitiguen el cambio climático, tras ratificar el Protocolo de Kioto para el primer Tratado del Clima convocado por la ONU en 1992. Negociaciones de cara a mejorar la situación de nuestro medio ambiente; ese medio ambiente que continuamos maltratando.
En el año 2009, la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático celebrada en Copenhague fue un fracaso y en la Cumbre de Cancún, celebrada en diciembre de 2010, al menos se ha conseguido la creación de un "Fondo Verde” para facilitar el uso de tecnologías no contaminantes en los países más pobres, y un “Comité de Adaptación” para diseñar planes de protección frente al cambio climático y parámetros de financiación para reducir la deforestación.
La Conferencia sobre cambio climático en Panamá fue una oportunidad fallida para que los líderes mundiales diseñaran un programa ambicioso de cara a la cumbre que se celebró en Durban, Sudáfrica, a finales de 2011. Así pues, todos están de acuerdo en que hay que reducir las emisiones contaminantes, pero nadie parece querer comprometerse legalmente a establecer dichos límites, las sanciones y cuál será la ayuda destinada a los países en desarrollo que, a su vez, sin conocer estas ayudas y las sanciones, rechazan también fijar su grado de compromiso. No se puede aceptar simplemente que nos digan que “no queda tiempo” o que “hay un montón de trabajo por hacer”. Ese tiempo perdido en mezquinas disputas políticas no aseguran un futuro sostenible con suficiente comida, agua y energía para todos.

Como medida para contribuir a la lucha contra el cambio climático, en Bélgica se han puesto en marcha desde hace tres años los llamados “Eco-cheques”, que vendrían a sustituir a los tradicionales vales de “comida” o “regalo” que algunas empresas entregan a sus empleados, pero con la diferencia de que deben ser utilizados para la compra de bienes destinados a proteger el medio ambiente. Beneficios fiscales aparte, algunos trabajadores han mostrado su oposición a que se les impida decidir en qué invertir los tickets.
La verdad es que, bien pensado, 250 euros mensuales invertidos en plantas dan para montarse un buen huertito... Ahora que, lo malo, es encontrar el terreno. ¿Habrá pensado alguien en el “Ladrillo-Cheque”?

• Al igual que es nuestro deber preservar el medio ambiente, también deberíamos realizar un adecuado mantenimiento del edificio como objeto físico. La construcción está condicionada por agresiones naturales, que son causa de los agentes atmosféricos. Podemos abordarlos de 3 maneras:
- Prevención: en la fase del proyecto, de las incidencias de los posibles agentes atmosféricos.
- Reparación: cuando se haya producido un daño o lesión.
- Programa de conservación y mantenimiento del edificio para el aseguramiento de 3 condiciones principales: Seguridad, Salubridad y Ornato.

Este programa es aplicable a lo largo de toda la vida útil del edificio, para las lesiones que se produzcan debidas al uso del mismo.

Como todos los inviernos





Y ver mi mundo arder [...]
El frío nasal en tus labios,
en esta mañana congelada,
se apresura a coger el tren,
como todos los inviernos…
Me olvidarás,
perderás mi teléfono,
y a mí no me da igual…
Aunque me maquille las lágrimas
y bese a otros espejos…
Tu sombra en mi cuello,
cuando me estoy durmiendo.
Las bolsas de basura en la cocina,
y las flores marchitas en la maceta […]

Si me ahogo en un océano,
es porque no tengo branquias
para respirar.
Si como raspas de pez,
es porque no me das carne
de tus entrañas.
Y mientras la soga rompa mi piel
intentaré beberme las lágrimas...


Caracoles de conciencia

Caracoles de conciencia,
telarañas en la nuca.
Desvías la mirada
de las olas del mar y del viento;
el mar que refleja tu conciencia,
el viento soplando en tu nuca.
Caminas ligero con las manos en los bolsillos,
marcando arrugas y apretando el paso,
pensando en la izquierda, soñando a la derecha,
las manos ajadas, las orejas rojas,
el vaho de tu boca que murmura,
baldosa, bordillo, escalera, hojas de árbol...
Un banco de hierro forjado interrumpe el camino,
buscas en el bolso, te hurgas la nariz,
a un lado y a otro,
botas de tacón,
mocasines de mármol,
zapatillas encharcadas,
coges el bolso, coges la nariz, y sigues mi camino.

Caballete a tus caballos

Si hay un instrumento realmente inspirador para un artista, no son los pinceles del bote, ni los tubos de pintura, ni la paleta de colores. El caballete de trípode de toda la vida, desafía apuntando al vacío y fuerza al pintor a vestirlo con un lienzo en blanco. En esto estaba pensando mirando el mío, ahora vacío. Descarado y desnudo, plantado al fondo de la habitación, parece un trasto inútil al verse despojado de su pieza clave. De nada sirve desviar la mirada o apagar la luz, su sombra proyectante se alarga por el techo como un hambriento sin nada que llevarse a la boca.
El pintor pinta aún cuando no pinta. Cuando te paras en seco admirando la fuerza de las olas, el mullido de las nubes o la expresión de unos ojos, estás pintando. A veces incluso imaginas el trazado de las cerdas del pincel deslizándose o la mezcla de pigmentos [...]
Si te miro profundo, tal vez esté encajando tu sonrisa.
Si tropiezo con tu bolso, tal vez me distraiga la aguada del muelle [...]
Te descubriré en tus uñas manchadas de color, en tu piel agrietada de las manos, en tu bolsa de la que sobresalen los pliegos de papel, en tu ceja manchada de carboncillo y de luz.
Posdata: El título del post es absurdo, no le deis más vueltas.

Ridículum Vitae

Tengo un amigo lírico; quiero decir, muchos amigos artistas (o mejor dicho conocidos del camino) –pintores, músicos, escultores, algún escritor (mejor dicho, uno)... Pero sólo un amigo lírico, como digo–.

Uno de sus heterónimos, Jordi Lahispaniola, retrata a través de la piel del trovador su propio Ridículum Vitae. Os invito a visitar su blog en construcción, de poesía, ridículos y ociosidades varias:
http://jordilahispaniola.blogspot.com/

Conociendo al verdadero Jordi en calidad humana –gran calidad–, no puedo ser imparcial al opinar sobre su poemario, pero nadie lo es en realidad, pues la valoración personal es subjetiva por definición. Jordi poeta está en aquella edad cronológica en la que todo le incomoda, le inquieta, le perturba. Sus versos prosaicos surgen de la necesidad de poner en tela de juicio la utilidad de la vida, de su vida, como quien deja un legado a través de sus genes.

Los artistas dan a luz obras inmortales como si fueran probetas de experimentos químicos, que hacen preguntas, que desgarran mentiras, expresando disparates por los que serían sentenciados a la horca en la vida diurna de traje y corbata. La ventaja de ser artista, es poder declararte enajenado dentro del aparente orden del sistema; otros vomitan su demencia en los divanes de psiquiatría o en las alcantarillas de los suburbios.

Jordi profesional tiene un perfecto currículum vitae; Jordi poeta se siente ridículum. Yo misma me siento así; creo que es mucho más ridículo tomarse a uno en serio. Por mucho que te esfuerces en hacer buena letra con pluma estilográfica, el lápiz de carbón y madera ya te había elegido sin tu consentimiento. El artista no tiene escapatoria, lo haga bien o mal, se siente predestinado a poner voz a su mirada distorsionada de la realidad.

Ésta última publicación, de noviembre 2011, editada por Ciudad Vieja, es verdaderamente un retrato de espejos confundidos de realidad y deseos. Si cierras los ojos y lo lees con el hemisferio izquierdo inconexo, Jordi te arranca carcajadas haciendo que te rías de él, y de ti mismo.

Comienza así: “Lo primero que encuentra un ridículo en la ciudad son los muelles de Bilbao La Vieja. Me paré en los bajos de Martzana, frente al antiguo mercado de La Ribera, a tomar un vino de poeta mientras sacaba mis papeles, encendía un cigarrillo y veía a los peces saltar en la ría.”

Yo, que presumo de expatriada ciudadana del mundo, no he podido evitar emocionarme con cada rincón bilbaíno de este relato, tan bien perfilado y tan contemporáneo. No es el Bilbao, como Jordi bien dice, “del galardón Lee Kuan Yew World City Prize”, sino el Bilbao “del que no hablan las guías turísticas, la trastienda sucia de la sociedad del bienestar”

Es un poemario de amor (o quizá de desamor, depende del grado de romanticismo y el estadio emocional del lector) en el que desearías ser ésa Zuriñe protagonista a la que Jordi envuelve con poemas entre las sábanas.

Cosas como “A la anciana muy bilbaína del sexto le huelen los bajos...” ó “Esta mañana estaba tan borracho como un quiromántico, como un oso cantábrico comenzando el invierno...”, no puede dejar indiferente a la risotada.

Hay párrafos como éste, que quisiera haberlo escrito yo:

Estaban representando una obra alemana “La ópera de los tres centavos” ambientada en Londres e interpretada en euskera. Algunos espectadores encontraban consuelo en la obra d Bertolt Brecht, otros en la merluza en salsa verde. El propio Bertolt Brecht hubiera preferido la merluza.

Y entre risas y tristezas, nos rompe con verdades certeras, dejando caer que “hay que hacer de todo para seguir haciendo de nada”, o, “En poesía, o en amor, uno mas uno es infinito”.

Le doy las gracias a este amigo juglar, y a todos los amigos que comparten su alma escrita, pintada o cantada, conmigo y con el mundo, porque el arte no tiene función utilitaria, pero ¿quién puede vivir sin espíritu, sin amor, sin belleza?

Amén

Amen, sin tilde.
Es uno de los dos defectos que le encuentro a esta maravillosa película: el error léxico de la acentuación en la traducción al castellano del título, sea cual sea el original surcoreano. Aunque al comprobar el término traducido al Hangugeo, que me muera si soy capaz de pronunciar este vocablo: 아멘.
Una vez absuelto al Sr. Kim Ki-duk, porque una es básicamente monolingüe más que nada, el segundo fallo proviene de un diálogo ignorante y poco cuidado en el que se desconoce que Avignon pertenece a Francia. Hasta hizo sembrar dudas en mi escaso conocimiento geográfico y, lo que es peor, en el de mi cultísimo acompañante, hasta que internet nos lo corroboró. El fotograma culpable se localiza en la voz que emana de un portero automático explicando a nuestra protagonista que su amado “no se encuentra en Avignon, sino en Francia”.


Tupido velo corrido para dar paso a un tercer gazapo del que he de reconocer que a mí se me pasó por alto, no así a mi ávido camarada. En una escena ella aparece sin zapatos y, al seguir caminando, casi al instante le aparecen, para inmediatamente después volver al estado descalzo inicial. Esto le encantaría a Félix Linares.
Y hablando de gazapos y aunque me desvíe del tema, yo descubrí uno orgullosamente –el único in situ de mi vida cinéfila– en la película sobre Facebook, cuando al inicio de la película, chica grita a chico con todas las letras “hipérbola”, haciendo alusión al recurso literario de la exageración, cuando en realidad debió decir “hipérbole”, pues el primer término se refiere a una curva matemática.


Alimentado mi ego, volvamos al tema que nos ocupa: Amén –la tilde es de mi cosecha y será así el resto de mi artículo, que para eso es mi blog– es sublime: su argumento se narra en imágenes y sonido incómodo, puesto que el diálogo es prácticamente inexistente, y en eso reside la belleza del film. La historia versa sobre la persecución a la protagonista de un enajenado que lleva siempre una máscara de gas, de esas tipo Chernóbil que salen en las películas exterminadoras americanas. El tipejo la viola y después se dedica a devolverle a cuentagotas las pertenencias que le había robado.
Ah! Otro inciso cabrón antes de alabar este celuloide: me recordaba muchísimo al archiconocido dibujo animado de Marco buscando a su mamá. En este caso, la mujer en busca de su novio, con el mismo argumento agonizante de Marco, dando tumbos de ciudad en ciudad, de país en país, preguntando a lugareños y ajenos. Cada vez que desesperaba, vociferaba su nombre al vacío, para luego recuperar su compostura y seguir caminando.
Pese a todo lo criticado, el espectador siente la angustia, la soledad, el miedo, la rabia que sufre ella. Una de las imágenes más sobrecogedoras se produce cuando rompe en llanto en mitad de la noche, sola, descalza, violada, indefensa.
Otra hermosa y triste escena es cuando pide limosna sin perder un ápice de dignidad, con la cabeza erguida propia de una bailarina, sin pronunciar palabra. Los primeros planos de su rostro, tan natural y expresivo, cuentan la historia sin necesidad de diálogos. Todo se comprende con la sencillez de un cuento para niños, pero con la crueldad de los adultos como protagonistas.

Abro paréntesis para añadir un impacto visual personal materializado en la escena que transcurre en el famoso cementerio parisino Père-Lachaise, donde Kim Ye-Na se tumba justo en uno de mis lugares predilectos para pintar sepulturas. El corazón me dio un vuelco al pensar que ahí estuve yo. Me tomo la licencia de adjuntar la imagen del fotograma y la mía propia de acuarela. Fíjense en la tumba de la izquierda, con una cruz en relieve horizontalmente sobre la tapa. Se trata del mismo lugar. Pelipúntica me quedé.




Tan importante como la fotografía son los ruidos del silencio. Hay un run-run constante, incómodo al principio pero imprescindible a medida que avanza la película, como si fuera viento, opresión, abandono [...]
La película fue filmada cámara en mano, y eso la hace sincera, clara y directa para la empatía del espectador.
No recuerdo en qué momento el malo de la película empieza a caernos bien, o al menos a mí, a modo de síndrome de Estocolmo. Creo que cuando descubro la identidad del portador de la máscara. Y eso también le resta puntos, puesto que no me considero nada avispada para cazar el desenlace de las películas en general. Mi hermana mediana era buenísima en tramas tipo Jessica Fletcher, claro que también se tragaba todos los libros de Agatha Christie, así que no tiene mérito porque yo siempre he estado en una clara desventaja burbujil –dícese de aquella persona que vive en su mundo Yupi ajeno al planeta en el que mora–.
Por último quisiera dejar constancia de la idiotez de la muchacha al aceptar semejante trato de su violador y persecutor. Creo que rezuma un tono machista en el talante que se la da al final de la película, intentando convencer al público – sin éxito en mi caso, por pertenencia al género femenino– de la benevolencia del fulano.

A pesar de lo dicho, la película es de una exquisita sensibilidad.

Invasión Católica

Anoche me desperté, en mi ya desvelada madrugada, al escuchar este notición bajo el rumor de la radio-almohada: Catorce mil católicos van a asediar nuestra provincia, 6000 de los cuales, en la Semana Grande Donostiarra y, los restantes, en Loyola, tomando como asentamientos respectivos el velódromo Josean Gasca y la nueva iglesia de Moneo.
Lo llaman “Jornada Mundial de la Juventud”, pero ¿qué juventud?: La católica, evidente y excluyentemente. Va a ser que los jóvenes ateos y agnósticos del mundo no tienen derecho a celebrar nada mundialmente reconocido.
El altruista Ayto. de San Sebastián, en un alarde religioso, justifica la gratuidad del alojamiento a cambio de que el hacinamiento diocesano divulgue la capitalidad cultural europea 2016. Pero, tanto si difunden como es debido la cultura donostiarra como si no, tanto si resulta ser la ciudad cultural elegida como si no, tendremos a todo un ejército de Cristo ninguneando la laicidad del patrimonio vasco con sus actividades eclesiásticas.
¿Irán en fila india cogidos de la mano paralelos al bidegorri?
¿Coreando rezos al Señor en lugar de cantar el himno del Athletic [lapsus, eso es en Bilbo, quise decir el de La Real]?
¿Se unirán al botellón con zumo de uva de la sacristía?
Mi curiosidad laica se cuestiona qué tiene un Papa retrógrado machista anticondón para congregar a tanto fan.
Constatando esta alienación colectiva, a la que se suman concejales en nombre de la cultura, me pregunto por qué no nos manifestamos los herejes del mundo para pernoctar gratis en, por ejemplo, la Aste Nagusia Bilbaína. A cambio publicitaríamos a Marijaia con los brazos en alza proclamando nuestra espiritualidad por toda la ría.
El ateísmo no significa incredulidad. Yo creo en la bondad de (algunas) personas, tengo ética, moralidad, criterios de conducta y principios, pero no necesito a un charlatán engalanado con el septuagésimo noveno número atómico como ejemplo.

Productos milagro

Es un hecho probado y comprobado por todos que no existen. Pero ¿por qué se siguen comercializando sin Leyes que los regulen? No sólo en tele tienda de madrugada, sino en herboristerías, supermercados, farmacias, gimnasios o internet. Todos son timos y, los que no, son ilegales por contener anfetaminas o similares; y aún así, la gente los compra con la excusa de que “algo harán”. Es un engaño moral, físico y económico. No es broma aquello de dieta y ejercicio, realmente es lo único que funciona. Pero lo único que triunfa en este mundo es el éxito sin esfuerzo. Bastan algunos ejemplos de eslóganes publicitarios del tipo: “aprende inglés sin estudiar”, “gimnasia pasiva”, “saunatronic”, “abdominazer”, “baba de caracol” y otras tantas memeces. Seguro que la gente es capaz de ir a la oficina del consumidor si le han estafado en su tarifa telefónica o en un secador de pelo. Pero dudo que lo hagan porque no haya desaparecido su celulitis, sigan con cartucheras, el vientre abultado o el tríceps colgando después de probar y repetir con el producto de turno. El verano acecha y las mujeres (sobre todo) sentimos pánico si no estamos estupendas de la muerte. De acuerdo, porque eso de que “lo que importa es estar bella por dentro” es igual de tramposo que los productos milagro. Una cosa no tiene nada que ver con la otra ni tienen porqué ir reñidas. Pero tan sólo malgastaremos nuestro tiempo y dinero si no hacemos caso omiso de la propaganda fraudulenta.

Viagra femenina

Un nuevo medicamento para la líbido de las mujeres. Se trata de un parche cutáneo que segrega hormonas masculinas; o sea, testosterona, que por lo que yo sé en plan culturilla general (porque no entiendo de biología ni endocrinología ni farmacología ni nada similar) tenemos tanto hombres como mujeres, lo que pasa que en este último caso ganan los estrógenos a los andrógenos ( es decir, nuestra parte fémina es más numerosa que la varonil –en la mayoría de los casos- y viceversa respecto a lo que ocurre en los hombres –en la mayoría de los casos también, claro, no se ofendan los hermafroditas o cualquier otro individuo).
El caso es que me parece el colmo. Puede que piensen que cuando sea más mayor no me reiré tanto de las viagras que proliferan como setas. Es mi opinión personal, pero creo que estas cuestiones no las resuelve una pastillita. Y la igualdad de géneros no se refiere a que si los hombres disponen de un afrodisíaco medicamentoso las mujeres también tienen el mismo derecho. Es como decir que como el fumeteo era cosas de hombres, nosotras hemos sido igual de imbéciles al pasarnos al tabaco, empezando por Catherine la grande del siglo XVIII y pasando por Sarita Montiel y su fumando espero.
A no ser que tengas una disfunción real de las gónadas (para entendernos, los huevos u ovarios) dudo mucho que lo más adecuado sea ingerir química prefabricada y ajena a tu organismo. Se inventan pirulas para todo: adelgazar, depresión, dejar de fumar, etc. Puesto que es más fácil tomarse algo que hacer esfuerzos psicológicos para mejorar o cambiar nuestros hábitos. En fin, todo está inventado y si no está por inventar, y de paso lucramos al gran mundo farmacéutico. No estoy en contra de la medicina tradicional sino todo lo contrario. Mis experiencias con las que llaman alternativas o modernas me ha convencido de que la acupuntura, homeopatía y demás son un fraude. Pero claro, al igual que los videntes o las agencias matrimoniales.
Si la sociedad demanda lujuria femenina, ¿no será que no hay hombres lo suficientemente hombres para hacer gozar a una chica? Uffff, tranquilos, esto último iba de coña irónica sexista. Y por supuesto, que vivan los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, travestis, hermafroditas y cualquier otro ser asexuado o sexual.

TCA

La gente profana cree que los trastornos alimentarios son la última moda adolescente. Es una barbaridad como la de quienes digan que el sida nació el siglo pasado con el florecimiento de homosexuales. No son una tendencia moderna, ni pertenece a las chicas quinceañeras, ni mucho menos son enfermedades de ahora. Aunque esta enfermedad se ha convertido en una epidemia en los últimos 50 años, ya se tiene noticia de ella incluso en la antigüedad; por ejemplo, en el Imperio romano se producía en los niveles sociales más elevados, y consistía en la ingesta abundante y de forma compulsiva de comida durante los banquetes y el posterior vómito de ésta, de una forma reiterada.

Aunque proliferan multitud de instituciones sanitarias y asociaciones para tratar a estos enfermos, por increíble que parezca la forma de encauzar estos problemas en la actualidad presenta un vacío en cuanto a analizar las CAUSAS que los originan y no solamente tratar las CONSECUENCIAS que originan, esto es, sus síntomas físicos

Así pues, los enfermos crónicos que precisan de hospitalización para reducir la sobreingesta mediante un plan de comidas hipocalórico (caso de bulímicos con sobrepeso, comedores compulsivos, etc.) o para alimentarles por sonda o a través de una dieta específica hipercalórica (anorexia nerviosa restrictiva, bulimia purgativa, etc.), no tienen otra opción que el ingreso en la Unidad de Psiquiatría de un hospital, ya que en la mayoría de hospitales se engloban en una única área a todos los enfermos mentales. Puesto que estos trastornos de la conducta alimentaria (TCA) deberían diferenciarse y tratarse de forma específica, aún cuando no se requiera llegar a esos extremos, al igual que existe un sector hospitalario de desintoxicación para drogadictos, debiera existir uno con el fin de cambiar los pensamientos distorsionados, reforzar la autoestima, impedir o frenar las autolesiones y, en definitiva, saber enfrentar racionalmente las emociones y relativizarlas, sin la necesidad de utilizar la comida en exceso o en defecto.

En los últimos años los TCA se han asentado en las sociedades desarrolladas, de forma que actualmente proliferan multitud de instituciones sanitarias, asociaciones, clínicas, etc. que tratan estos problemas.
Los grupos de autoayuda que existen en Bizkaia son ACABE, CCA y ADANER, siendo ésta última de ámbito nacional aunque no tiene sede en el País Vasco y sólo dispone de un teléfono de contacto.
Estas asociaciones tienen en líneas generales una duración de una vez por semana y, consecuentemente, muchos enfermos se desalientan por un progreso lento y acaban abandonando sin compromiso alguno.

Actualmente existen multitud de variantes de los TCA, siendo los más comunes:

- Anorexia Nerviosa: (AN) de tipo “restrictivo” o “compulsivo/purgativo”.
- Bulimia Nerviosa: (BN) de tipo “purgativo” o “no purgativo”.
- Trastorno Alimentario No Especificado: (TANE), el “trastorno por atracones”, “trastorno nocturno”, “bulimarexia”, “ortorexia”, etc.

• La asociación ACABE atiende exclusivamente la anorexia y bulimia nerviosa, de forma que quedan excluidos los demás trastornos de la conducta alimentaria Cuenta con psicólogos, que a su vez llevan la administración, y un monitor de actividades varias. Ofrece grupo para afectados y para familiares moderados por un psicólogo, acudiendo el año 2006 sesenta y siete personas, aunque no han permanecido ni la tercera parte, quedando incluso reducidos algunos grupos a 2 personas. La frecuencia para los enfermos es una vez por semana, aunque se da la posibilidad de elegir entre 3 días diferentes, y para los familiares es cada quince días. Su virtud radica en que sólo cuesta 36 euros al año, pero su eficacia es muy lenta puesto que cada año repiten más de la mitad de los pacientes.

• La asociación de Comedores Compulsivos Anónimos (CCA), como su nombre indica, sólo trata esta patología por medio de grupos de autoayuda de los afectados, sin ningún profesional involucrado y a través de un programa de “doce pasos” y “doce tradiciones” que tiene su origen en los grupos de Alcohólicos Anónimos. La asistencia también es una vez por semana y cada persona se responsabiliza de una actividad para mantener la Asociación en su localidad (tesorería, literatura, acogida de recién llegados, etc.) y se sustenta gracias a las aportaciones de cada uno en cada reunión (mínimo 2 euros/persona/día). Como inciso reseñar que basan su curación en la creencia de un “Poder Superior”, incluso para los ateos o agnósticos, puesto que A.A. fue creado por un cura, de forma que se tienen que abstener los no creyentes o bien auto-engañarse.

Por tanto se deberían crear nuevos centros donde:

• Ofrecer un servicio más amplio que abarca a un mayor sector de la población, cubriendo las carencias que existen en Bizkaia en cuanto a que sólo se tratan los TCA más comunes (caso de Acabe) o una sicopatología muy específica (caso de CCA), pero no existe un centro donde puedan recuperarse tanto de los habituales TCA como de los diagnósticos más recientes.
• No cerrasen en agosto (como lo hacen todas las instituciones) puesto que la enfermedad tampoco descansa en verano.
• Además el tratamiento grupal debiera ser de frecuencia diaria para que se puedan corregir los hábitos y focalizar los problemas que vayan surgiendo, así como garantizar la recuperación posterior con un seguimiento en casa o en el centro periódicamente, sin que suponga un elevado coste para las familias.
Así mismo, existen más centros de rehabilitación física que psíquica para estos temas, que aunque si bien es cierto que son imprescindibles en el caso de que peligre la subsistencia, no es menos necesaria la terapia mental, procurando reducir al máximo los casos de suicidios, sobre todo en bulímico/as.